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Oración de la Angustia


“Señor Jesús, yo sé que Tú estás en cosas muy importantes; el plan de Dios tiene que cumplirse, hay mucho dolor en la Tierra, hay muchos seres que sufren, haces lo imposible porque ese sufrimiento no se extienda; estás en las cosas del Padre, es decir, estás atento en las cosas que el Padre plantea para esta Tierra en el futuro; eres Dios, eres demasiado grande como para que yo vaya realmente a Ti con este problema o este conflicto que tengo. Pero Tu Madre, me ha enseñado también, a decirte que puedo entrar a la Casa de Tu Padre, y decirte, Señor, estoy angustiado porque te siento lejos, porque siento que en este último tiempo te me has ido; te busco y no te encuentro, y por eso no resuelvo mi situación, porque me parece que en este peregrinaje en donde estoy retomando el camino, te me has quedado atrás, o demasiado adelante. Entonces imitando a mi Madre, a mi única Madre que es la Virgen, te digo: “Señor, yo que soy solo un ser humano, que soy uno de los millones de millones de seres humanos, y no el que más sufre, te pido humildemente ayuda, para terminar con esta angustia. Gracias Madre por enseñarme a tratar a Jesús de un modo que me ilumina. Gracias Madre porque no sólo eres la Tierra viva llevada al Cielo, sino porque comprendes a cada uno de los seres humanos, y cada una de sus angustias. Todos en algún momento de la vida, sentimos que lo hemos perdido a Jesús, que se nos ha quedado lejos, alto, en la Casa del Padre, y Tú sin embargo, nos enseñas a irlo a buscar, y a no dudar de que ese encuentro se va a producir. Aunque primero venga el reto, pero la verdad es que así como Dios es la Verdad, no sería sin la verdad del hombre. Gracias Madre. Amén.”

Monseñor Claudio Páleka o.m. VMRF
Arzobispo Mariavita
13 de Octubre 2018
32 años de Madre Nuestra



Oración de San Efrén



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El Silencio
Padre Rosminiani. 
Abbazia Sacra di San Michele della Chiussa. 
Valle di Susa (To)

Leído y traducido por Hna Sacerdote Rosina Bassegio +o.m. VMRF

El hombre, en nuestra civilización vive en el ruido:
No sabe más que es el silencio.
La vida nace en el silencio, 
el hombre muere en el silencio, Dios se encuentra en el silencio.

El silencio es indispensable en la vida humana:
ello estimula el pensar, sirve para no equivocarse,
prepara a escuchar, ayuda a orar.

Es necesario en la vida tener momentos de silencio:
callarse es humildad,
el callar de los otros es caridad,
callar en ciertos momentos es sabiduría,
callar ante la duda es prudencia,
callar cuando todo va mal es paciencia.

El hombre auténtico ama el silencio,
medita el silencio, 
decide en el silencio.
No se debe tener miedo al silencio:
ello es maestro de verdad,
es gusto de profundidad,
es paz, alegría, serenidad,
es el modo de sintonizarse con Dios,
es el lenguaje adecuado para entender a Dios.
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